divendres, 4 de març del 2016

CARMEN MONREAL MARTÍNEZ

Maud Franzén.  El viernes 22 de enero nos llamó un buen amigo nuestro y nos explicó que su mujer, Carmen, había fallecido el día anterior. ¡Una noticia muy triste!   ¡Qué injusta es la vida!
Una mujer muy joven para morir, 58 años.  Había luchado durante unos seis años contra un càncer. Con muchos altibajos. Ahora ya puede descansar en paz,  pero es tan injusto… Sufría mucho últimamente y tiene que haber sido una época muy dura y triste,  para ella y su família: marido, dos hijos, dos nietos y nueras. Estar al lado y no poder hacer nada para parar su sufrimiento, tiene que haber sido muy duro.
Era una mujer muy alegre, servicial y trabajadora. Siempre decía que mi marido era como su hermano. Le gustaba escribir poesías y hizo una exposición en la Asociación de Vecinos Coll-Vallcarca, donde también participó durante un periodo en las clases de hacer collares de papel y perlas. Tengo un collar y una pulsera que me regaló y lo tengo guardado como si fueran de oro y diamantes.
Carmen nació en un pueblo de Cuenca, Alberca de Záncara. Pero creció aquí en Barcelona. Vivió con la familia de sus tíos. La mayor parte de su niñez estuvo internada en un orfanato. Mientras, su hermana pequeña se quedó en casa con los tíos, que ella siempre trataba como sus padres.
Se casó con 23 años con su José. Compraron un piso en la calle Santuarios. Más o menos al mismo tiempo que nosotros llegamos aquí, en el edificio de al lado.  Tuvieron sus hijos, que crecieron y  el mayor tuvo dos niños.
Este es uno de los muchos poemas escritos por Carmen Monreal, lo escribió en  diciembre de 2015, un mes antes de su fallecimiento:

Radiante vida,
alegre vida,
amiga  vida,
feliz me siento.
Y cuando viene el dolor,
que desconcierto.
Sufrimiento y lágrimas,
que callan y hablan.
Silencios rotos
y respiraciones entrecortadas,
dolor y olvido de amor, de alegría
de estar en la mejor compañía.
Mis queridos hijos, nietos y esposo,
que también está roto.
Al día siguiente, es diferente.
El sol brilla nuevamente y hasta río.
Todo gracias a gente maravillosa.
Mil gracias por ayudarme
a superar, poco a poco,
lo que parecía insuperable.

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